Para lograr que el crecimiento agrícola se traduzca en desarrollo rural, éste debe estar orientado en forma explícita por principios de equidad y sostenibilidad. Frente a una estructura agraria marcadamente desigual y ante el predominio de políticas de corto plazo y el carácter especulativo y extractivo de la actividad económica, la preocupación por la equidad y la sostenibilidad adquieren plena vigencia. De no lograrse esa deseada y necesaria compatibilidad entre crecimiento agrícola, progresiva reducción de las desigualdades sociales y un mayor celo por preservar, renovar o recuperar los recursos naturales, difícilmente se logrará superar la crisis actual.